No
es necesario demostrar las virtudes reparadoras del sueño, tanto
física como mentalmente. Soñar tiene una función terapéutica,
artística y espiritual. En cambio, el alto nivel de exigencia de la
vida moderna es un factor constante de estrés que genera trastornos
de sueño tanto en los adultos como en los niños, aunque se diga que
el niño vive al margen de las inquietudes de los “mayores” y que
duerme como un angelote.
Para
ciertas personas, abandonarse en brazos de Morfeo se convierte
en un reto, con la obsesión de noches tediosas sin sueños y
mortecinos despertares.
Evitar
exponerse a las tensiones inherentes a la trepidante modernidad es
deseable, pero no siempre posible. Es necesario continuar realizando
sus actividades o sentándose en un pupitre escolar para prepararse
para hacerse “mayor”. Incluso retirarse en una isla desierta
comporta sus contingencias y su ración de miedos.
Sean
cuales sean nuestras condiciones de vida, seamos ricos o pobres,
enfermos o en perfecta salud, jóvenes o viejos, la angustia de
nuestra finitud nos invade un día u otro. Para eliminar
las inquietudes, los medicamentos de la farmacopea convencional no
resuelven la problemática subyacente y solamente aportan un alivio
cuyos efectos secundarios son a veces más temibles que las
disfunciones
¿Qué
hacer ? ¿Huir ? ¿Aguantar ? ¿Lamentarse ? ¿O
quizás mejor buscar en nosotros mismos el remedio inesperado?
El
sueño de los yoguis
Las
perspectivas serían bien oscuras si Oriente no hubiera aceptado
librar un poco de los secretos de su arte
de vivir con consciencia, y
si los occidentales no hubieran percibido sus aportes benéficos y
complementarios a la búsqueda de la felicidad y el equilibrio.
Divulgando estas disciplinas que tienen en cuenta el ser humano en su
globalidad, parece que han anticipado la necesidad de encontrar cómo
adaptarse a los vértigos de la vida actual.
El
Yoga,
llegado desde tiempos remotos, está cada vez más a nuestro alcance.
Los efectos de su práctica a todos los niveles de salud son
reconocidos hasta tal punto que los médicos occidentales, a
pesar de su esencia cartesiana, llegan a rescribirlo a sus pacientes
y ya son incontables los profesores y los practicantes en nuestros
pueblos y ciudades.
En
medio de escuelas y linajes bien conocidos hay una que se dedica
totalmente al sueño, se trata del Yoga
Nidra. Este
yoga del sueño y del soñar, surgido de la tradición tántrica
del Shivanismo de
Cachemira, estaba, en sus orígenes, reservado a los grandes sabios.
Algunas de sus prácticas son mencionadas en
los Sutras de Patanjali bajo
el nombre sánscrito de Nyasa.
Es
a partir de un largo estudio en los textos fundadores que un yogui
indio contemporáneo, Swami
Satyananda, desarrolló
un método despojado de los rituales complicados de las enseñanzas
originales y lo divulgó en 1956.
Tal
como lo conocemos hoy, el Yoga
Nidra no
es una invención propiamente dicha, sino el resultado de una
síntesis del proceso de relajación profunda puesta a punto en
tiempos inmemoriales.
Como
únicamente puede hacerlo la sabiduría, el Yoga Nidra coincide con
los descubrimientos recientes en neurociencia, medicina y psicología.
Si
hemos soñado con dormir mejor, una sesión de 20 minutos de esta
relajación guiada equivale, prácticamente, a tres horas de
sueño. No se trata pues de la evasión nocturna en la cual
intentamos sumergirnos al final de nuestras jornadas extenuantes, al
contrario, se trata de un breve sueño lúcido, muy recuperador,
durante el cual el cuerpo descansa mientras que el espíritu continúa
despierto.
El sueño despierto.
El principio está fundado en un retiro progresivo de los sentidos, excepto el del contacto con el soporte sobre el cual uno está instalado, inmóvil, y el del oído a través del cual son recibidas las consignas de este viaje interior.
En nueve secuencias siguiendo la progresión de la escala de Patanjali (Transición, Sankalpa, Rotación de la conciencia, Respiración controlada, Sensaciones por pares opuestos, Imágenes rápidas, Historia simbólica, Sankalpa, Transición), el recorrido conduce al origen del yo íntimo y acompaña el retorna a la actividad con un cuerpo descansado y un estado de espírito renovado.
Se
trata, pues, de un arte que pide tacto para focalizar
la atención sobre
las sensaciones corporales y acoger las numerosas estimulaciones del
imaginario. Tanto es así, que durante una sesión sabiamente
guiada, al igual que un delfín unas veces brincando por encima
de la superficie del océano, otras sumergiéndose en el agua
profunda, uno se mantiene a flote sobre la línea de
flotación, traspasando imperceptiblemente, de etapa en etapa, las
fronteras del consciente y del subconsciente, trayendo, a veces,
los tesoros escondidos de recuerdos olvidados o de enigmáticas
imágenes.
La
conquista de otro sueño
Como
todo descubrimiento fundamental, el procedimiento es de una
eficacidad inaudita y de una evidente simplicidad. Pero si uno quiere
coger toda la sutilidad, además de la práctica asidua con un
profesor o de la escucha de sesiones grabadas, es necesario recibir
una iniciación.
Este
método es transmitido en Europa por Micheline
Flak, traductora
del libro de su autor, Swami Satyananda, Yoga
Nidra, de
cuyo maestro ella recibió personalmente la enseñanza durante unos
cuarenta años. Como profesora de inglés y de yoga, también es
pionera en la introducción del yoga y de la relajación en el marco
escolar y fundadora del RYE
Francia (Recherche
pour le Yoga dans l’Education)
Numerosos
profesores, educadores, terapeutas, médicos de distintas partes del
mundo utilizan esta práctica con fines personales y se refieren a
ella dentro de su marco profesional, para compensar el sueño o
reeducarlo, mejorar la concentración, agudizar la memoria, estimular
la creatividad, calmar la excitación, dinamizar la apatía, liberar
la palabra…
Los
formadores de RYE España, filial fundada en 2010 en Barcelona, han
recibido la enseñanza de Micheline Flak, heredando así por línea
directa la visión teórica de su diseñador, Swami Satyananda, y de
su “saber-hacer espiritual”. Por su parte, se consagran en
transmitir la esencia con precisión y sensibilidad durante los
módulos de formación que dan acceso a una certificación*.
El
Yoga Nidra en su forma original, era competencia de una
ascesis para conseguir un estado superior de elevación. La
estructura, tal como nos ha sido transmitida hoy, responde tanto a
las necesidades corporales más básicas de relajación como a las
aspiraciones más sutiles de obertura de la consciencia.
El
arte del Yoga Nidra se parece al de un funámbulo que deambula entre
dos elementos, aire y tierra. Consiste en explorar
los territorios que van del cuerpo físico al cuerpo sutil (los
cinco koshas, según
la teoría yóguica), manteniéndose en equilibrio sobre la cuerda de
la lucidez.
Está
probado que es también un arte por el arte, una fuente de
inspiraciones para el artista consumado, así como para el
creador que dormita en el fondo de cada uno de entre nosotros y
espera el prodigio de ser desvelado.
Artículo
publicado en la revista digital YOGA
enred.com